Se acercó más al seto, metió la mano entre las ramas y rápidamente agarró al pavo por la cola. No notó ningún movimiento al otro lado. A lo mejor el pavo se había muerto. Apartó las ramitas con una mano, pero no había manera de aguantarlos. Soltó al pavo y con la otra mano las aguantó. A través del agujero que había hecho vio que el pájaro salía tambaleándose como borracho.
El pavo cruzó zigzagueando por el medio del campo, otra vez en dirección al bosque. ¡No podía meterse en el bosque! ¡Nunca lo alcanzaría! Salió a toda velocidad detrás del animal, sin quitarle la vista de encima, hasta que de repente algo lo golpeó en el pecho, se le cortó la respiración y lo vio todo negro. Cayó de espaldas; la punzada del pecho hizo que se olvidara del pavo. Se quedó allí tirado un rato mientras a su alrededor veía un montón de cosas moviéndose. Finalmente se sentó.
lunes, 2 de febrero de 2009
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